Thursday, November 30, 2006

Impresiones de Antioquia II - Alimentarse


Impresiones de Antioquia II

Alimentarse
(Sobre el dar y el recibir)

“Hoy en día para formar parte
de la buena sociedad uno tiene que
alimentar a la gente,
divertirla o escandalizarla”.


Oscar Wilde


_______________________Por Marcelo Meza

Compartir con manos gigantes. Como los que saben el sabor de los grandes momentos.
Compartir como un destino indiscutible que todos necesitamos para darle sentido a las palabras, para desarticular los signos que nos separan. Porque queremos la vida y la queremos ahora mismo.


Porque sin el otro corremos peligro de muerte. De ignorancia y de torpeza.

“Pienso, por lo tanto existes” debiera ser la premisa fundacional de todo gobierno. Y que el saludo sea más que un beso y un abrazo, sino un mar de brazos abiertos como los del Paisa, como los de algunos locos que andamos sueltos…

Alimentar es una experiencia exquisita. No se trata de una tontería de moda ni de una viveza criolla. Es la profundidad de la confianza. Es permitir, sin la torpeza de las manos, que el otro entre en mí, como un para-beso, como una meta-caricia. Claro, no es fácil. Ni para el dador ni para el que recibe.

Mil voces se levantan indignadas de vergüenza y descaro, a por el decoro y la letanía de las buenas costumbres. ¡Bahhh! Son los mismos que les produce asco tomar mate, “¿De una misma bombilla chupan todos?” “¿De un mismo cubierto?” ¡Puajj!

Dejarse alimentar es la trascendencia del hombre libre. Libre para amar. Porque el disfrute es infinito. Porque de esta manera el alimento nunca se acaba. Koinonías. Viejo vocablo Griego que encierra esta idea no sólo de compartir, sino también, de compartirse.

Hay que ver la maravilla, todo lo que brilla, lo lindo que sucede en el alma generosa, en las alas abiertas. ¡Hay que ver el espectáculo alumbrado en las retinas y en la boca cuando se recibe un bocado! Es un milagro de la especie. Parece una tontería, una charada. Sin embargo, después de ese acto de dos o más la vida ya no es la misma. No se trata de llenarse, de perder la individualidad, elemento social que nos ha costado demasiado para jugar a retroceder. No queremos ser niños ni depender de la mano maternal. “Avioncitos” dicen algunos dulcemente recordando otras ternuras infantiles.

En general se tiene miedo. Nadie sabe porqué. Quizás sea porque el amor es indiscutible. Pero hay gentes como los Paisas que en esto de disfrutar la vida nos pueden dar cátedra pero no de análisis ni de retóricas: ejemplo de vida.

Llegar a compartir no como el resultado esperado sino como el primer paso al despertarnos. Estamos entre otros, somos mi gente, la gente querida y nuestra.

¿Qué mejor cuidado que alimentarse? ¿Creen que lo inventó este gordito soñador? De ninguna manera. Es una costumbre perdida en la memoria de los hombres. Costumbres dignas de rescatarse.

Hay un cuento muy antiguo que habla de supuestos cielos e infiernos. Entonces lo llevan al muerto y entra en la casa del infierno, un comedor infinito repleto de los mejores manjares jamás pensados. A la mesa: gente muy flaca y débil. Tenían los brazos estirados hacia delante. Nadie podía llevar un bocado a la boca, por eso estaban tan escuálidos. Al mismo Hombre lo llevan a la casa del cielo. Una casa idéntica a la anterior, infinito banquete, idénticos manjares pero la gente estaba sana y rozagante. Todos tenían, salvo el síntoma de lozanía, la misma imagen, los brazos estaban estirados hacia delante, digamos que nadie podría alimentarse a si mismo. La diferencia residía en que cada uno alimentaba al otro y era por eso que todos estaban sanos.

Y para terminar, como digo siempre que me regañan por no dejar casi nada en mi plato por llevarlo a la boca de todos, con la pregunta: ¿Y vos no comes?, les respondo: Ya estoy lleno.
_________________________________________________
Marcelo Meza - Derechos reservados © 2006

0 Comments:

Post a Comment

<< Home