Thursday, November 30, 2006

Impresiones de Antioquia XII - Recuerdos


IMPRESIONES DE ANTIOQUIA XII

Recuerdos

-Cuando la memoria se hace piel-

14 de abril de 2006








_________________Por Marcelo Meza

Muchos de ustedes me dieron a entender que, mientras yo estuviera ahí en Medellín, estaba de vacaciones. Instintivamente lo negaba rotundamente y hoy me pregunto por qué y me respondo. Primero porque así vivo y vivimos con Luis. Cada uno con su estilo. Por algo nos hermanamos tanto. Esto de abrir las puertas de casa, del corazón, de la vida de uno, es cosa que hacemos desde siempre. Igual a Rodrigo y Anaelsy. Igual que Anita, Lauri y Clarita. Como Jorge, como Vilma y Julio, como Edith. Entonces “esas vacaciones” no fueron tales. Va más allá de “tener tiempo libre”. Creo que tanto Luisito como yo necesitábamos hacer un viaje de esas características para compartir con nuestros amigos. Lo que no sabíamos ninguno de los dos es que se transformaría en El viaje, el que se convirtió en una experiencia muy importante.

Las personas que nos quieren, nuestros afectos más cercanos nos miran a los ojos y nos aseguran que vamos a volver. Así lo creo yo. Cada vez que canto “Paisa soy o que?” se me aparecen las caras de todos ustedes. Cada gesto de alegría, de emoción, la seriedad del que escucha prestando atención. Todos los rostros, los del cansancio, los del regocijo y hasta aquellos de sorpresa. ¡Qué alegría es tenerlos cerca, en la memoria del alma!

“...Como gotitas de Ceibo...” dice la canción “Luz”. El sauce llorón y tantos otros árboles son savia. Así me imaginé a nuestra flor nacional: el ceibo. De corazón rojizo. Así tengo el recuerdo muy fresco de esas gotitas-manantiales de cariño. Paso a enumerar:
La ternura de Ana María y toda su energía puesta al servicio de la amistad.

El humor y el proverbio oportuno de Rodrigo (¡Dios! ¡Cómo te extraño!) Y tu profundidad.

La dulzura y electricidad de Anaelsy, y sus delicados desayunos, la leche con café que aprendí y aprendió a hacerme.

La sonrisa grande de Laura y su forma tan juvenil e inteligente de ser. Cariñosa, cariñosa, cariñosa.

El asiento de copiloto del escarabajo que gentilmente me ofreciera Clarita y me cediera Laura. Sus estrellas y la jungla de jirafas. Tu sonrisa grande colmada de universo... (Y por supuesto tu cama superdura que no extraño)

Lo tan amigo que me hice y nos hicimos de Jorge, ese cacorrín. Tan ‘jue putas. Que ahora lo quiero tanto como a mis amigos de fierro. (Lo parió que te extraño, men!) Las cosas lindas que vivimos, que compartimos.

A Pabla por haber hecho ruido cuando grabábamos “Pequeña” y gracias a eso (y sin querer porque ella intentaba evitar un ruido mayor) salió una mejor versión. Pero más allá de la anécdota, te recuerdo por haber estado cerca nuestro con tanta dulzura y de tu querido cacorrito eeee.. quiero decir Jorgito. (jajajajajajaj)

La maravillosa forma que tiene Valentina para hacerse querer. Deberíamos aprender de ella. Valentina, con sus poquitos años de vida es ella misma y eso es realmente lo que uno admira de las personas.


El papá de Jorge que dijo que no podía tocar su saxo al final recuerdo estar saliendo de su casa, afuera llovía a cántaros y él seguía tocando porque “ya había calentado el caño” (creo que era un saxo soprano para niños, regalo a su nieto, con forma extraña de saxo barítono) Hombre tan sensible y lleno de luz.


Recuerdo a Vilma compartiendo el año nuevo, su cordialidad y cariño tan personal. El placer de conocer a José, su papá, tan delicado. Y a Alejandrina, su mamá, no hay duda de que son madre e hija. Así conocí a su abuela Adelfa, dulce y a muchas tías, en especial a Nazareth que es muy agradable, por cierto.

A Julio por su sonrisa y esa pequeña charla que tuvimos de concepto musical cuando no encontramos solos en el balcón del fondo de la casa, con esa vista maravillosa de Yolombó. Lo recuerdo cantando con unas copitas de más y muy feliz.

La sonrisa y el demasiado cariño de Paula. La buena onda de su hermana, que cada vez que se hizo una reunión nunca faltó. Su novio que es un tipazo. Y esa postal hermosa que su familia me regalara, día de hoy me conmueve enormemente. La sensibilidad de su papá y los panes de su esposa Irma que los cocinó exclusivamente para nosotros. Su ganas de “pasarlo bueno”.

Hugo: el primo de Julio Salasar, qué buena onda. “El muchacho sonrisa”.

Hablando de grandes sonrisas ufffff, se encuentra en el podio máximo mi querida Erika. Me traje tantas risas y sonrisas tuyas que tengo para varios años (eso no quiere decir que me conforme con no verte) Deberíamos compartir más cosas, mi dulce amiga.

La calidez de Carlos (C.C.) y su palabra de buen amigo. Pelao.

Recuerdo con mucho cariño los momentos buenos que disfruté con Isabel, tanta dulzura, tanta maravilla... El cine, la plaza de los deseos, el parque y las caminatas... charlas infinitas que no acaban...

Verónica, mami de Isabel, con su increíble voz... su percepción tan aguda de la gente y de saber quien sos. Gracias Vero por dejarte conocer y querer.

Lo gran tipo que es Camilo, sus abrazos fuertes y su amabilidad. Como si nos conociéramos de siempre. ¡Ay! ¡Qué halo de delicada dulzura es Mercedes!, su hermana. Siempre tan suave.

Mi querida amiga del alma Edith y su Mauri. Con ella nos hicimos amigos por correo y ahora que nos encontramos y me recibía con un “che, boluuuudooo”. Jajajajaja, que alegría al verte tan linda, tan diosa. Y también a vos Mauri (ni diosa ni linda) quiero decir que te vi muy bien, yo sé que todos te conocen como Niky pero no me acostumbro.

Tanta gente linda. Tantos amigos. Amigos de amigos.
Angela y tu sonrisa tan fresca. Que bueno fue volverte a ver tan bien.

Andrés que me hacía cagar de risa; los amigos de Jorge del el Calao; los mil dientes de Jesica (morena ella, que trabaja de asistente en el jardín Botánico) con esa magia al hablar que enamora a todos los argentinos (y Paraguayos también)

Esta parejita joven que nos invitara a su finca a comer chorizos, ahí donde tuvimos que subir y subir por un caminito. Ellos y su familia: una delicia.

Extraño todos los avioncitos, las tardes paseando, las montañas con su música escondida, las curvas del camino caprichoso: difícil comunicación y apasionada amistad que hicimos con ellos más allá de las fronteras Antioquianas. El paisaje con sus verdes y la esperanza en el paisaje humano. La mirada perdida de los más pobres. Los ojos encendidos de todos ustedes. Y Marcelino Meza y su banda.

Tanto cariño, tanto cariño.

La puta que lo parió.
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Marcelo Meza - Derechos reservados © 2006

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